“Cholitas viajeras del mundo” es parte de una búsqueda… Cholita empezó su viaje allá a comienzos de los ´80. Durante mucho tiempo fue llevada de lugar en lugar. Fue escuchando historias, músicas, siempre acompañada, en familia. Un día, en Tarabuco (Bolivia), viendo a otras cholitas le dieron ganas de viajar sola. De mirar ella misma lo que quería ver. Oler lo que quería comer. Escuchar lo que quería oír. Estuvo un tiempo lejos de su gente. Y se dio cuenta que al momento de compartir una empanada salteña, una feijoada, una humita, un mojito, un croissant, un corderito patagónico, o unos buenos vinos pateros, estaba con otras cholitas, pero no en compañía de “las suyas”. Entonces decidió emprender la vuelta.
Su regreso, fue una verdadera fiesta de abrazos. Estuvo un tiempo en su casa. No sabía cómo se sentiría sin viajar, sin conocer nuevos lugares. Sus amigos y amigas le pedían que les cuente las historias, los lugares. Pero ella no podía decir ni una palabra. Necesitaba prepararse para compartir sus viajes. Sólo sonreía y recordaba los bosques, los lagos, los cielos, los ríos, las playas, las montañas, la gente de los distintos pueblos y ciudades. Hizo una lista de los ya conocidos, trató de acordarse aquellos que no eran familiares al oído. Como no podía recordar todos empezó a fabricar objetos con masa, tela, madera, metal; después les fue dando colores. No quería olvidarse de ninguno, quería que todos estuvieran allí con su gente. Quería compartirlos. Entonces, nombró a cada Cholita, y las empezó a repartir:“Estas son las “Cholitas viajeras del mundo”, cada una representa un lugar en el que estuve, o es la historia que andando, alguien me contó de algún lugar. A donde las lleven, irán su lugar y su historia, para que sigan contando, para que sigan viajando. Así ustedes y las Cholitas siempre van a estar acompañad@s.”
